miércoles, 21 de diciembre de 2011

Road to maturity


"Ya soy mayor", decía yo cuando tenía unos 15 años. Me creía que por estar en la edad del pavo ya entendía de la vida, creía que todo lo que hacía lo hacía bien... Nada más lejos de la realidad.


Ahora con 24 años me doy cuenta de lo equivocada que estaba, ya que aún hoy en día no tengo ni idea de absolutamente nada.
En mi época adolescente cometí muchísimos errores. Errores de los cuáles no me arrepiento, porque gracias a ellos he aprendido. Han sido las equivocaciones las que me han hecho madurar y comprender cuán dura es la vida. Mi familia siempre me decía lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero yo sólo veía bien y veía mal lo que a mí me parecía. Mis padres usaban cada dos por tres la frase "es por tu bien" y a mí me la soplaba. Día sí y día también tenía bronca con ellos porque no hacía nada de lo que ellos me decían.



¿Y ahora? Ahora no sé si hice bien o si hice mal, pero cuando echo la vista atrás y me avergüenzo de algunas cosas que hice, sé que si volviera a nacer lo volvería a hacer. Quizás no las mismas cosas, pero sí parecidas, ¿por qué? porque esos errores me han convertido en la persona que soy hoy, y viendo cómo son algunos de los adolescentes de hoy en día e incluso de los de mi época, yo fui una santa.
No soy ni excesivamente buena ni excesivamente mala. Tengo mi termino medio que empleo según el momento.


De pequeños todos eran nuestros amigos, incluso el niño al que conocíamos desde hacía dos minutos. En la adolescencia se formaban los típicos grupitos de no menos 5 amigos y nos prometíamos ser "mejores amigos para siempre", pero pronto, al darnos la vuelta, teníamos un puñal clavado. Y en la madurez, los amigos se cuentan con los dedos de una mano, y aunque también nos hacemos daño, aprendemos a perdonar y a ver la vida de otro color y no tan radical.


De pequeños el tener un novio era darte la mano con un niño y si acaso un besito casto en la mejilla. Algunos regalaban algún juguete en señal de amor. En la adolescencia tener novio era el no va más: besarse por los pasillos, o a escondidas en los baños, ir abrazados y sentir que ese primer (o segundo, o tercero) sería para toda la vida. En la madurez... lo único que se busca (al menos yo) es asentar la cabeza con alguien que creeremos la persona indicada para pasar, esta vez sí, el resto de vida juntos, pero quién sabe.


Sólo hay que esperar y seguir viviendo, aprovechando oportunidades, intentado equivocarse lo menos posible, pero cuando ocurra, sonreír, aprender, y continuar el camino.


Es cierto que a veces saco mi vena adolescente, al fin y al cabo, la adolescencia es una parte de madurez pero también de infancia, y, ¿quién deja de ser un niño?

 (fotos We heart it)

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